Mejor lo hago ahora porque si sigo postergando este post (que lo vengo pensando hace un par de semanas) voy a terminar desistiendo de publicarlo, principalmente porque todos los demás hechos políticos recientes están empezando borrar lo bueno que quería decir.
Me explico: La mejor obra de Alan García hasta el momento como presidente de la República ha sido tomar la decisión de llevar el asunto del diferendo marítimo con Chile a la Corte Internacional de Justicia de La Haya. El tema es que, desde que se presentó oficialmente la demanda, han pasado tantos hechos bochornosos que iban a terminar por disuadirme de hacer este post. Pero, ¡ya está, lo voy a hacer!
La decisión política de ir a La Haya ha requerido muchísima serenidad por parte del gobierno, tanto para elaborar los argumentos jurídicos como para preparar el ambiente nacional propicio para que este tema sea asumido por la población como algo serio. Y seriamente también se han manejado las relaciones comerciales con Chile, aunque es evidente que tampoco íbamos a conseguir que esto suceda sin la menor reacción de la contraparte. Ha sido tan concienzuda la decisión que me atrevería a decir incluso que la oportunidad de la presentación de la demanda ha sido debidamente planificada para coincidir con las próximas elecciones presidenciales en Chile.
Pero no voy a explicar aquí los detalles del problema, ni de los argumentos jurídicos, sin perjuicio de mi compromiso de hacerlo en el futuro.
Lo que quiero hacer es sencillamente expresar mi felicitación, y mi alegría como peruano, por el acierto, valentía y prudencia con que se ha manejado el tema. La verdad es que Ollanta Humala no ha hecho nunca en su vida nada tan nacionalista como lo que acaba de hacer Alan García, muy bien asesorado por el canciller José Antonio García Belaúnde.
¡Muy bien Perú!
Me explico: La mejor obra de Alan García hasta el momento como presidente de la República ha sido tomar la decisión de llevar el asunto del diferendo marítimo con Chile a la Corte Internacional de Justicia de La Haya. El tema es que, desde que se presentó oficialmente la demanda, han pasado tantos hechos bochornosos que iban a terminar por disuadirme de hacer este post. Pero, ¡ya está, lo voy a hacer!
La decisión política de ir a La Haya ha requerido muchísima serenidad por parte del gobierno, tanto para elaborar los argumentos jurídicos como para preparar el ambiente nacional propicio para que este tema sea asumido por la población como algo serio. Y seriamente también se han manejado las relaciones comerciales con Chile, aunque es evidente que tampoco íbamos a conseguir que esto suceda sin la menor reacción de la contraparte. Ha sido tan concienzuda la decisión que me atrevería a decir incluso que la oportunidad de la presentación de la demanda ha sido debidamente planificada para coincidir con las próximas elecciones presidenciales en Chile.
Pero no voy a explicar aquí los detalles del problema, ni de los argumentos jurídicos, sin perjuicio de mi compromiso de hacerlo en el futuro.
Lo que quiero hacer es sencillamente expresar mi felicitación, y mi alegría como peruano, por el acierto, valentía y prudencia con que se ha manejado el tema. La verdad es que Ollanta Humala no ha hecho nunca en su vida nada tan nacionalista como lo que acaba de hacer Alan García, muy bien asesorado por el canciller José Antonio García Belaúnde.
¡Muy bien Perú!
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