"Tenemos que admitir que, con todo lo que le queremos, nuestro Aznar también se equivocó"- sentenció Ramón.
En ese momento me encontraba en un multitudanario botellón en una plaza o parque cerca de la Complutense de Madrid, acompañado de un grupo de amigos que más temprano habían asistido a una aún más multitudinaria marcha en contra del aborto en el centro de la ciudad, a la que yo también había asistido en calidad de observador con más dudas que certezas.
Ya sospechaba que la tendencia de este grupo de chicos era más conservadora que "progre", pero entrando en horas de madrugada, entre copas y en medio de una buena conversación es que confirmé mi sospecha.
"...con todo lo que le queremos a nuestro Aznar..." - retumbaba en mi cabeza durante toda la conversación. Y no podía dejar de recordar que ese era el hombre que había enviado tropas españolas a Bagdad respaldando la invasión yanqui, con la consecuente matanza como resultado.
No todo fue discrepancia sin embargo, Ramón, de 22 años y que milita en el PP español también cree en el mercado y que este tiene como fin al ser humano, en la seguridad social, en la meritocracia en la función pública, y sobre todo cree en la igualdad de oportunidades.
Qué distinta de la derecha peruana que cree en el mercado como un fin en sí mismo, que cree que la burocracia no debe existir porque "la oportunidad hace al ladrón", que la igualdad es inalcanzable que cada quien con sus méritos llega a donde quiere (como si un cojo pudiera ganarle la carrera de 100m planos a Husain Bolt).
En algunas cosas me sentí muy lejos de la joven derecha española pero en otras curiosamente bastante cerca. A mí me quedó la impresión que hay una nueva generación que al margen de distancias políticas naturales es mucho más responsable que la generación que se va, y claro mucho más madura aún, si cabe la comparación, de la déspota derecha peruana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario