Algo ocurrió entre la primera y la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2006 que hemos dejado pasar, que no nos han contado bien o que decidimos inconscientemente darle una explicación que nos satisfaga sin indagar más a profundidad.
De los cuarenta y cuatro congresistas elegidos por la alianza UPP – Partido nacionalista en el año 2006, 20 eran de UPP y el resto del PNP. Antes de la segunda vuelta, estos veinte sostenían una reunión matutina con Ollanta Humala quien estaba en plena campaña contra Alan García.
En dicha reunión, se hizo entrega al candidato de un documento de análisis de la campaña que contenía aciertos y autocríticas con el objetivo de ganar la segunda vuelta, entre las cosas que decían: que se deshiciera de sus dos asesores militares porque le daban una visión sesgada de la política, que su esposa tenía una influencia demasiado determinante en él, que la propaganda de Ollanta había sido distribuida inequitativamente entre los candidatos del PNP y de UPP a pesar de todos haber contribuido económicamente, etc. El documento concluía recomendando que se superaran todas estas dificultades y el grupo se uniera para lo que restaba de campaña.
Los veinte enternados congresistas electos se enfrentaban a un Ollanta en shorts que al escuchar sus “críticas” les respondió que lo habían humillado, que lo habían basureado, que lo habían envuelto en papel higiénico y antes que jalen la palanca del inodoro le pedían que haya “unión”. Cogió el documento, lo levantó mostrándoselo a todos y les dijo que podían usarlo en el baño cuando quisieran, que él era el líder y que no estaba dispuesto a tolerar dichas afirmaciones. Terminó invitando a los que quisieran que vuelvan a las cinco de la tarde para tener una nueva reunión.
Indignados los veinte decidieron no volver por la tarde, salvo seis de ellos (José Vega, José Saldaña, Álvaro Gutiérrez, Washington Zevallos, José Anaya y otro que ahora no recuerdo). Ollanta al enterarse de que sólo habían ido seis de los veinte, los hizo esperar dos horas y finalmente decidió no recibirlos, con esta última actuación los veintes congresistas habían decidido separarse por completo.
¿Por qué dejó pasar esta oportunidad? La respuesta común ha sido que los parlamentarios upepistas fueron desleales a Ollanta y decidieron retirarse de la alianza por ambición de poder. No voy a discutir que ello tenga bastante de cierto pero es únicamente una respuesta parcial.
Esta coyuntura era la oportunidad propicia para liderar una oposición numerosa capaz de ocupar la presidencia del Congreso e impedir que se convierta en la “mesa de partes” del Ejecutivo, pero, sobre todo, para construir la imagen de Ollanta como un líder democrático reformista y opositor (algo que hoy intentan hacer desesperadamente sin mucho éxito).
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