domingo, 24 de octubre de 2010

En defensa de la Foquita


Mis días de semana serían los más tristes paquetes de 24 horas, eternos e inservibles, si no fuera por la promesa de un futuro mejor. Nada de profundas metáforas. Mis juergas de fin de semana son imprescindibles para que el resto de días adquiera sentido. No toleraría ni por un millón de dólares levantarme temprano, trabajar, estudiar, avanzar con mi investigación, etc.

Puede que sea el momento de mi vida o puede que sea mi vida entera pero la cosa es así de básica y simple, como yo.

Ahora, parece que la Foquita Farfán disfruta su rica juerga también. ¿Y por qué no? La música, unos tragos, más buena música, oscuridad, saltando… Debo parar. Lo que quería decir era que no tenemos derecho a juzgar a la buena Foquita por disfrutar de las fiestas, la hora, el día y todas esas cosas las elige él a su cuenta y riesgo.

El partido contra Panamá ya había acabado, se había jugado un partidazo, y ¡no quería dormir pues! ¡Quería irse a tonear!, ¡como ustedes!, ¡como yo!

Lo que sí está un poco mal, no mucho ni poquito, decía un poco mal es desacatar la orden expresa de no salir. Así que creo que la sanción debe ser proporcional: no lo convoquemos hasta la Copa América del 2011. ¿Qué tal?

Eso sí, nada de tomar en cuenta las reincidencias, eso es inconstitucional. Y es inconstitucional porque… esa parte me da flojera, pero ¡les aseguro que es inconstitucional!

Cómo me gustaría que toda esta defensa tenga más solidez argumentativa que la mostrada. Me gustaría mucho, por la Foquita y por mí.

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