jueves, 14 de octubre de 2010

Sobre el derecho a insultar y a dar cachetadas


Alan García, Presidente del Perú, ha dado una bofetada a un joven que le ha llamado “corrupto”, y probablemente “hijo de puta”. Luego, los guardaespaldas del dignatario le han golpeado más, haciéndole daños un poco más severos.

¿Es libertad de expresión llamar “corrupto” al presidente?

Que sí. Primero, porque lo es. Segundo, porque si no lo es, al menos parece serlo (cof petroaudios cof cof). Tercero, porque es un ciudadano más y a un ciudadano nosotros podemos llamarle como queramos (ya, ya, hay límites, eso es otro rollo). Cuarto, porque además es Presidente de la República y es el sujeto público pasible de ser cuestionado por excelencia.

¿Y que hay de “hijo de puta”?
 
Que no. Primero, segundo, tercero y cuarto porque se pasa de lo razonable. O sea que corrupto sí, pero "hijo de puta" no. O sea que los insultos pueden ponerse en escala de agresividad, sí señor, ¿alguien se anima?

¿Puede el Presidente cachetear a otra persona en legítima defensa?

Que sí. Primero, porque acababan de llamarle de una forma que el consideraba un ataque. Segundo, porque es una respuesta razonable, una cachetada no mata a nadie, salvo a las moscas.
 
¿Puede el Presidente mandar a sus guardaespaldas a golpear a su agresor?
 
Que no. Porque es abusivo y desproporcionado. Como que “hijo de puta” y varios puñetes y patadas en el cuerpo no se equiparan, ¿no?

Abogados del Perú: Este es un análisis estrictamente jurídico aunque les de patatus la poca subsunción y dogmatismo que he usado. No es un análisis moral, ni social, ni antropológico, ni geográfico, ni cósmico, ni nada más.



3 comentarios:

Amma Sinclética dijo...

¡Saludos!

El muchacho solo le gritó "corrupto" y nada más.

Considero que eso sí es libertad de expresión y que debe respetarse.

Escribiré un texto al respecto y lo publicaré en mi blog. El texto empieza así:

El término “corrupto” pertenece a un lenguaje culto, a un lenguaje formal, y no es una grosería sino un adjetivo para calificar un estado o propiedad del ser que es de carácter negativo en lugar de positivo.

De la Real Academia Española:
corrupto, ta.

(Del lat. corruptus).

1. adj. Que se deja o ha dejado sobornar, pervertir o viciar. U. t. c. s.

2. adj. ant. Dañado, perverso, torcido.

Llamar “corrupto” a un individuo que fue acusado por crímenes de lessa humanidad y cuyos delitos prescribieron debido a la cantidad de tiempo transcurrido sin ser capturado, no es insultar. Es calificar, es referir un adjetivo real que denota una cualidad objetiva en otra persona. Es como testificar que una manzana “tiene gusanos” cuando, en efecto, tiene gusanos: se trata de una descripción certera. También es como llamar prófugo a alguien que, en efecto, es prófugo. ¿Eso es grosería? Yo no hablo lisuras, ni tampoco me expreso en jerga coloquial debido a que no tolero esa clase de lenguaje; y si viese a Alan García, como persona directa y sincera que soy, también utilizaría el adjetivo de “corrupto” para calificarlo, puesto que no encuentro otro que lo describa mejor. Se lo expresaría en su cara, tal como el joven lo hizo. Me pregunto si a mi también me daría una represalia mandando a todos sus hombres a apalearme por expresarle en un lenguaje decente y formal mi sincero pensamiento sobre la condición de su ser.

Llamar “corrupto” a Alan García es como llamar “tirano” a Hugo Chávez, dado que este último termino, al igual que el primero respecto de su receptor, calza a la perfección con el rol político que cumple el individuo al cual se dirige según la acepción número dos de la Real Academia Española:

tirano, na.

(Del lat. tyrannus, y este del gr. τύραννος).

2. adj. Dicho de una persona: Que abusa de su poder, superioridad o fuerza en cualquier concepto o materia, y también simplemente del que impone ese poder y superioridad en grado extraordinario. U. t. c. s.

¿Mario Vargas Llosa no le ha dicho “tirano” a Hugo Chávez? Hugo Chávez es, ciertamente, un tirano, como Alan García un corrupto, y reconocer y afirmar eso no es insultar sino precisar.

La libertad de expresión no solo implica el derecho de expresar lo bonito, sino también lo feo; no solo lo agradable, sino también lo desagradable. De lo contrario no se trataría de verdadera libertad de expresión, sino de un permiso exclusivo para quienes desean adular, adular y adular, y no criticar ni calificar lo que es erróneo con los adjetivos correspondientes, llamando a cada cosa por su nombre, a A con el nombre de A y a B con el nombre de B, a lo bello bello y a lo feo feo, a lo honesto honesto y a lo deshonesto deshonesto, a lo integro integro y a lo corrupto corrupto. ¿Por qué no se respeta el derecho a la libertad de expresión y las consiguientes críticas a personajes públicos que corroboran y reafirman esa libertad? Todo ciudadano tiene el derecho de expresar libremente su pensamiento, sea positivo o negativo, sobre el régimen y sobre sus gobernantes. Todo ser humano tiene el derecho a la libre expresión, a criticar y a calificar de deshonesto lo que considera que lo es. ¿Por qué se habla de libertad de expresión únicamente cuando esta sirve a las adulaciones de un grupo de seres serviles y no cuando lo hace a las críticas de disidentes? Basta de allalleros, basta de sobones, basta de bufones que se postran ante la autoridad sin ninguna clase discernimiento crítico. Me rebelo ahora mismo contra el status quo del pensamiento único y contra sus payasos disfrazados de terno. Yo alzo mi mentón y escupo sobre el rostro del presidente llena de gloria. Yo me coloco un dedo en la garganta y vomito sobre el rostro de Alan García. Eso sí es insultar

Amma Sinclética dijo...

¿Por qué eliminó mi comentario?

José Humberto Saldaña Cuba dijo...

No tengo idea, se ha borrado solo. Ahora lo copio de mi correo nuevamente. Tu comentario me ha gustado tanto que no he podido responderte antes porque estuve pensando largamente qué decir.