Las elecciones de un país sirven para algo más que para elegir a sus gobernantes, sirven también para consultar a la gente qué piensa de la situación nacional, para medir el pulso de la sociedad, para sacarle una radiografía al país. Y vaya nivel de precisión de la última radiografía que el Perú se ha hecho.
Luego de la primera vuelta, el último domingo 10 de abril, hay dos candidatos que han logrado pasar al ballotage: Ollanta Humala (31.5%) y Keiko Fujimori (22.5%). Los candidatos ganadores sumados representan más de la mitad del país y sus votantes se concentran en los sectores socioeconómicos D y E (pobres y extremos pobres), y en las regiones de la sierra, de la selva y de la periferia de la capital. Esos votantes representan de alguna forma un voto antisistema, expresan un descontento popular, exacerbado por el discurso gobiernista de que “El Perú avanza”, que ante la crudeza de su realidad no les debe sonar a otra cosa que a burla y mofa. Efectivamente, el Perú avanza, pero sin ellos.
Dejaré para un momento posterior las complicadas condiciones políticas que va a tener que afrontar el país en estos próximos meses, antes y después de las elecciones de segunda vuelta a realizarse en junio próximo. Por ahora, quiero hacer patente, con una vergüenza que no cabe en mi alma, el único resultado que no admite ninguna duda: el Perú no es sólo un país fragmentado, es un país enfrentado, a muerte.
A continuación presento algunos de los mensajes publicados en la red social Facebook por usuarios peruanos luego de conocidos los resultados electorales (vale recordar, que, adivino en condiciones similares que otros países de la región, el internet y el uso de redes es principalmente privilegio de los jóvenes de las clases sociales alta y media):
Como estos, hay miles de mensajes que circulan en la red social durante estos días emitidos por compatriotas (pueden verlos aquí).
¿Estoy exagerando?, ¿son los racistas una minoría en el Perú?, ¿este fenómenos es únicamente virtual y nunca pasará del "click" de un mouse? Espero estar exagerando. Ojalá sean una minoría los racistas. Y me gustaría creer que es una ocurrencia virtual sin ningún reflejo en la realidad. Aunque debo admitir que no creo en nada de eso.
En estas condiciones, es patético pensar que los empresarios peruanos están dispuestos a elevar los derechos laborales de los trabajadores o a pagar más impuestos para poder invertir en programas sociales. Es patético también plantearse la posibilidad de una verdadera descentralización para democratizar el ejercicio del poder.
Hace una semana, el peruano Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura 2010, decía que elegir entre Keiko y Ollanta era como elegir entre el cáncer y el sida. Yo sobre eso no sé, la verdad. Pero, hablando de enfermedades terminales, alguna debe tener el Perú.
1 comentario:
Esperaba tu posteo.
Es lamentable que existan expresiones que no sólo son racistas sino profundamente antidemocráticas porque la democracia es el ámbito que permite que podamos discutir y resolver nuestras diferencias e intereses de manera pacífica.
Saludos, José.
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